La nueva dirección del Ministerio de Cultura tiró a la borda el esfuerzo en proteger la industria editorial de nuestro país, con el anuncio de la apertura de importaciones bajo una fórmula propagandística disfrazada con la excusa de la “bibliodiversidad”. Como si hasta ahora hubiese estado cercenada la distribución, la medida Pro pone en riesgo puestos de trabajo y, por lo tanto, reduce las posibilidades a los escritores.

El ingreso liberado al país de libros impresos con mano de obra que percibe salarios muy inferiores a los de Argentina, al menos hasta antes de la devaluación impuesta por el gobierno, significará un golpe directo a la competitividad del sector.

Las restricciones estaban en vigencia desde 2010: pero el flamante ministro Pablo Avelluto, quien entre 2005 y 2012 fue director editorial de Random House Mondadori -el grupo internacional ahora llamado Penguin Random House Mondadori- y que será uno de los beneficiarios directos de su decisión.

Los grandes medios oficialistas, como Clarín y La Nación, dieron soporte y propaganda a la medida gubernamental, mientras este jueves, responsables de editoriales medianas y pequeñas realizaban reuniones y consultas para intentar una estrategia en común.

Alzan sus voces

Damián Ríos, editor de Blatt & Ríos, y también escritor, declaró a Página/12 que las grandes editoriales esperaban esta decisión para “poder imprimir en la zona franca de Colonia (Uruguay), Chile o hasta China. Va a ingresar mucho saldo (malo y bueno) de España, impreso en países del este de Europa. Todo esto con precios a costos de salarios miserables. Nosotros queremos editar acá, traducir acá, diseñar acá, corregir acá, imprimir acá y vender acá y con esa plata pagarles a todos, acá”.

Víctor Malumian, de Ediciones Godot, advirtió al mismo diario que “todos los libros que las multinacionales producen en España ahora tienen un mercado enorme para inundar el país con libros a un precio regalado. Las condiciones de producción en Argentina no son las mismas que en España. Los costos del papel no son iguales. Un libro que acá me sale producir 45 pesos, en Taiwán me lo hacen por 95 centavos de dólar con el envío incluido. Es imposible que al liberar el mercado no gane el más fuerte”.

La importación abierta actuará sobre un mercado que ya sufre concentración. Así lo explicó Sebastián Martínez Daniell, de la editorial Entropía, también escritor, quien explicó que “dos tercios de los libros que se venden en América Latina son editados por sólo dos compañías multinacionales con cabecera en Europa, Planeta y Penguin Random House Mondadori. La mitad de los libros que se venden en Argentina tienen como boca de expendio las grandes cadenas; la industria del papel local es una de las menos competitivas del continente y obviamente beneficia a los mayores compradores”.