Para que sepan aquellos que se indignen con la medida de fuerza, este paro no es una mera protesta gremial. En esta problemática están tan involucrados los trabajadores como los usuarios, y lo que más ofende es el silencio de la administración pública.

Mientras en el Metro de Madrid ya hubo tres jornadas de paro por la presencia de amianto -o asbesto- en el material mecánico y rodante de los coches de la marca española CAF, también desde Madrid se reportan detecciones de trabajadores contaminados y enfermos por este tóxico.

En la Ciudad circulan 60 coches CAF 6000, de los 86 que compró por una gestión del entonces Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri en 2013: aunque SBASE afirma que ninguno de estos vagones tiene material cancerígeno, fuentes gremiales aseguran que no se llevó a cabo ninguna inspección para verificarlo.

Esta segunda medida de fuerza anunciada para el miércoles es resultado del silencio oficial, frente al pedido sindical para que les realicen estudios de salud a todos los trabajadores, y así verificar si alguno contrajo algún tipo enfermedad por exposición al asbesto. 

Las sospechas no son vanas: el caso de Julián M., un mecánico del metro madrilense de 55 años diagnosticado con cáncer de pulmón por la exposición al amianto, reclamará a su empresa 400 mil euros de indemnización, ya que los médicos confirmaron la sustancia tóxica como origen de su enfermedad.

“Lo de Madrid es alarmante, porque el amianto se ha mantenido de forma semiclandestina hasta que este caso lo ha destapado. No es que no se tomaran medidas suficientes de seguridad. Es que no se tomó ninguna”, describió el abogado Fernando Morillo, defensor del trabajador afectado.

Según informó El Periódico, "en el metro madrileño siguen circulando 93 vagones en los que se han detectado piezas de amianto en cofres que contienen un interruptor llamado 'apagachispas'. En todos los casos cita piezas con distintivo blanco, color que alerta de la presencia de asbesto".

Ese amianto “supone el 0.0009 por ciento del peso total del coche, no es accesible ni por usuarios ni por trabajadores, pues se encuentra encofrado y señalizado”, dijeron desde el Metro de Madrid, donde aún no se tomaron las medidas que si decidieron las autoridades porteñas.

“Creíamos que el amianto estaba tan erradicado de los trenes como el virus de la viruela, ¡y ahora va y aparece!”, se lamentó el delegado de los trabajadores españoles Alfonso Blanco, mientras describió los 25 años que compartió codo a codo con Julián M.

“Abríamos el cofre, sacábamos el apagachispas y le limpiábamos el hollín con una brocha, o limándolo, o llevándolo a soplado. En una nave aledaña, las piezas eran sometidas a chorros de aire de alta presión, “pero sin que se cerraran herméticamente las puertas –relata Javier del Llano -, y con mucho personal expuesto a la polvareda que se montaba”, relató Blanco.

Además se conoció el caso de Juan Pareja, un trabajador de la firma Rocafort de Lleida, contratada en el Metro de Barcelona para sustituir el pavimento de los vagones de las series 1.000 y 1.100 de CAF: el material estaba fabricado con una mezcla de PVC y amianto. "Me encargaron retirar las losetas, y la única forma de quitarlas era usar una palanca y, después, cortarlas en tiras con una radial", describió en relación al polvo que se generaba  "más o menos como cuando se corta una madera. Pero yo iba ahí a boca abierta, sin mascarilla", según relató. Con los años, le diagnosticaron asbestosis, a causa del amianto.