La maratónica tarea que tienen los medios del grupo Clarín para instalar el miedo, como principal consecuencia del caso Nisman, tiene tantas variantes como operadores políticos con micrófono.

En la nota publicada este martes por Clarín, se dice que Natalia Fernández "usó un baño y vio cómo manipulaban su cafetera, subrayaban sus papeles y tomaban mate", mientras que la mismísima fiscal Fein calificó su declaración periodística como "una fantasía" y "una vergüenza", por las que "se va a tener que hacer cargo ante la Justicia".

"Yo espero que la chica esta no pierda el trabajo por haber tenido el coraje de denunciar lo que denunció. Yo pedí que no la echen", advirtió nerviosa la cronista 'paranoia' por excelencia, Mercedes Ninci, citando fuentes que no se escucharon al aire.

La periodista que obviamente pretendía mostrarse como una heroína preocupada por la testigo ocasional, instaló la insólita idea de que "si a Nisman le pasó lo que le pasó, fijáte a la moza de un bar".

La liviandad con que los informadores de radio 'buitre' operan para generar el temor sin ningún elemento probatorio, ni siquiera un nombre propio que de crédito a tal afirmación, es el verdadero peligro al que la sociedad se enfrenta.