La sensación de pertenecer a una clase social a veces representa mucho más que un hecho económico ya que está relacionado con factores socio-educativos y además con manifestaciones psicológicas. En Argentina ocho de cada diez personas consideran que es clasemediero, sin embargo los números fríos lo desmienten.

Los datos surgen de un informe de la consultora W que sostuvo que el 82% cree pertenecer a este grupo cuando solamente el 46% de los argentinos lo son. ¿Por qué sucede este desfasaje? ¿Cuántos pobres manda la economía argentina al escalafón más bajo? ¿Cuánto tarda una persona en reconocer que perdió estatus social y económico?

Empecemos a desandar el camino. Por clase media se entendía en los años '60 a la masa de población que podía acceder a una casa propia y vacaciones una vez al año. Hoy esas consideraciones cambiaron. Según referentes de la consultora Invenómica quien accede a prepagas, colegios privados para sus hijos, adquiere productos tecnológicos y tiene acceso a la conectividad se ganó un pasaje a la clase media.

Que casi tres argentinos de diez crean que pertenecen a una clase que no son tiene que ver, como adelantamos, a otros factores que no son los económicos. Pertenecer a la clase media es ser como la mayoría de los argentinos, tener ingresos dignos pero no ostentar, darse gustos pero no tanto. Habla de sacrificio pero de recompensa. De poder vacacionar pero de saber que se trabaja y mucho por eso. De pagar salud y educación, un poco mejores que las públicas.

La clase media da sensación de dignidad. Para el común de los argentinos eso los separa de ser vividores del Estado y en contrapartida ellos creen haberse ganado el mango con esfuerzo, pero también los separa de ser empresarios estafadores, de "ricos" a quien envidiar. Así, tanto de abajo del escalafón, como de arriba, los argentinos quieren pertenecer a este grupo. Ser clasemediero es ser uno más, es tener un estatus que no se cuestiona.

Sin embargo y pese a lo anteriormente mencionado, el factor económico es decisivo para saber quién pertenece a qué lado y la economía argentina es una usina de generar pobres. Según la UCA la pobreza aumentó más de cinco puntos tan solo en un año y alcanzó el 33,6% en el tercer trimestre de 2018. En este momento la fotografía indica que 13,6 millones de personas están en esa condición en las zonas urbanas del país. En 3 años de gestión de Cambiemos se creó 8 mil nuevos pobres por día.

Resulta difícil aceptar que quien era clase media de un día para el otro dejó de serlo. De acuerdo a los datos del Indec, en febrero de 2019 se necesitaron ingresos por familia de más de $27.570 para no ser pobre. Un análisis del instituto IERAL de la Fundación Mediterránea mostró que la clase media hoy tiene un salario promedio de $46.000. Así los integrantes de la clase media empezaron a hacer un ajuste brutal en su economía doméstica.

De acuerdo a los relevamientos de la consultora W, hay tres niveles que van desde un primer anillo de consumo “postergable” (bienes durables, con una caída de entre 40% y 50% a fines del año pasado), a un segundo anillo de consumo “necesario pero ajustable” (alimentos, bebidas, limpieza, donde no hay una caída violenta en volumen pero sí en el traspaso a segundas y terceras marcas) y un tercer anillo de “intocables mientras se pueda”, que incluye colegios, conectividad (telefonía móvil e Internet) y tarifas.

El esfuerzo por pertenecer es agotador. Solo en 2018 el poder adquisitivo de los trabajadores cayó un 12%, en el mejor de los casos. La escalada inflacionaria dejó atrás a las subas por paritarias y las exigencias para no caer en la pobreza y la indigencia crecieron exponencialmente. Así en abril del 2016 se necesitaron 4680 pesos para no ser indigente y 11320 para no ser pobre como ingreso familiar mensual para una familia tipo pero en febrero del 2019 estas cifras se sitúan en 11117 para no ser indigente y 27570 para no ser pobre. Ahora nos podemos preguntar ¿qué es un pobre en Argentina? ¿y un indigente?

Según la descripción del INDEC, la medición de la pobreza con el método de la “línea de pobreza” consiste en establecer, a partir de los ingresos de los hogares, si estos tienen capacidad de satisfacer –por medio de la compra de bienes y servicios– un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales. Lo define la Canasta Básica Total, que además de bienes alimenticios incluye gastos en transporte, vestimenta y educación. Si no se llega a cubrir, entre otras cosas, pagar el colectivo, comprarse ropa, y acceder holgadamente a comprar útiles para los chicos, se es pobre.

En cambio el concepto de “línea de indigencia”  procura establecer si los hogares cuentan con ingresos suficientes como para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas. De esta manera, los hogares que no superan ese umbral o línea son considerados indigentes. La Canasta Básica Alimentaria incluye alimentos como leche, frutas, carnes, verduras, cereales, etc. Si no se come bien ni de forma sana y se saltean comidas, se es indigente.

Argentina ¿tiene cada vez menos clase media?