Las imágenes donde un intento de suicidio se evita en el último momento siempre generan un sinnúmero de sensaciones. Por un lado el alivio, pero también la desesperación que transmite ese momento de abandono de la vida, la frustración de quien no logra su cometido, la pregunta por el día después.

El pixelado de las cámaras de seguridad no permiten ver el rostro de la joven por respeto a sus derechos individuales pero a pesar de eso, sus gestos, sus movimientos, su decisión, nos permiten acercarnos a su dolor.

Las fuerzas de seguridad madrileñas lograron que una vida no se pierda en la desesperación pero la pregunta de qué la llevó a eso queda flotando.