Osvaldo Raffo, uno de los peritos más reconocidos del ámbito judicial, se pegó un tiro y dejó dos notas: una dirigida al juez en la que pide que no se culpe a nadie por su muerte, y otra más breve a sus allegados.

Según trascendió, el perito de 88 años padecía cáncer y los dolores que sufría eran insoportables. “No soporto más los dolores que me aquejan”, dejó dicho en su carta dirigida a la Justicia.

Fue el perito forense sobre cuyo informe se basa la tesis de que al fiscal Alberto Nisman lo habrían matado, lo que motivó fuertes polémicas tanto en el ámbito forense como en el político y social. Pero intervino en varios de los casos criminales más mediáticos de la historia argentina contemporánea.

Examinó al asesino serial Carlos Robledo Puch; intervino en la investigación del asesinato del conscripto Omar Carrasco; en el asesinato de Alicia Muñiz cuyo proceso judicial concluyó con la condena a Carlos Monzón; en el homicidio de María Soledad Morales; en el crimen de María Marta García Belsunce y realizó la segunda autopsia al cuerpo de Nora Dalmasso.