Aunque puede que se le atribuya algún tinte tragicómico, la falsa historia del changarín entrerriano que dijo haber encontrado y devuelto 500.000 dólares no tiene otro origen que la desesperación a la que el descalabro social puede llevar a un hombre.

“Se me dio por inventar algo para que alguien me escuche”, confesó en medio de un llanto desgarrador José Sánchez, vecino de Nogoyá que confesó haber inventado un “teatro” para conseguir un trabajo estable que le permitiera mantener a su familia.

“Estaba desesperado porque yo vivo de changas y no me alcanza para nada”, dijo el hombre, padre de dos hijas a quienes “ya no puedo llevar a la escuela… Es como que me estoy quebrando cada vez más”.

Aunque de un modo distorsionado, quizá, José es espejo en el que se pueden mirar millones de argentinos, asalariados y desocupados, que día a día están un poco más quebrados, un poco más desesperados al presenciar impotentes la destrucción de sus familias y del tejido social.