Cuando la directiva para un programa televisivo es contribuir a la idea de la inseguridad, los argumentadores con menos práctica en los medios quedan un poco expuestos, sobre todo, si el propio conductor decide no salvar a la suicida.

Primero, la corrección que Halperín destaca, luego de la mentira que intentaba usar Borghi con el objetivo de argumentar a su favor, muestra a las claras de que este panel habla sin haber recolectado la información suficiente.

La estéril pregunta de la joven del público vino a rebalsar la paciencia del especialista, sobre todo por la expresión de una idea generalizada de que las personas privadas de su libertad, los delincuentes, son siempre de clase baja y en situación de pobreza.

Lo preocupante es que un comunicador con sobrada experiencia en el medio, no se interponga ante un razonamiento y una pregunta que nada tenían que ver con el tema de los sueldos para los presos, sino más bien con una clara conducta inducida, la intencionalidad de ver inseguridad en todos los planos de la vida social. Incluso en Disneylandia Devoto.