"La vimos, la vimos", marcó con énfasis una y otra vez Esteban Mirol al desconcertado dueño de una confitería recientemente clausurada por el Gobierno de la Ciudad en el barrio de Recoleta.

Mientras Eduardo intentaba justificarse señalando que los roedores venían "de otro lado" y que ellos desratizaban de manera semanal, Mirol casi no lo dejó argumentar y lo trató de "ridículo".

"Van y cagan (sic) en la comida y eso hace mal" exclamó indignado Mirol "y hoy usted está clausurado, mi querido amigo".