Cada uno de nuestros días tiene 86.400 segundos, según el estándar que la humanidad usa en la vida cotidiana, el del tiempo atómico (UTC). La duración de un segundo en el tiempo atómico se basa en las vibraciones dentro de los átomos de cesio, ya que se considera que este es el método más fiable para medirlo, puesto que los átomos oscilan en frecuencias extremadamente uniformes.

Estas transiciones electromagnéticas son tan fiables, que se estima que el reloj de cesio sólo podría adelantarse o retrasarse, un segundo cada 1.400.000 años.

Especialistas estiman que la adición de este segundo intercalar podría poner en peligro los sistemas digitales que propulsan Internet, ya que no todos añadirán el segundo intercalar de la misma forma ni al mismo tiempo.

En algunos sistemas, el reloj del ordenador puede mostrar el número 60, para contar los 61 segundos antes de pasar al siguiente minuto, o mostrar el segundo 59 dos veces.

Como resultado, el ordenador puede percibir el segundo adicional como si el tiempo fuera hacia atrás, causando un error del sistema y la sobrecarga de la unidad central de proceso. No obstante, aún queda por ver si el cambio puede provocar problemas a gran escala.

"La rotación de la Tierra se ralentiza gradualmente y los llamados segundos intercalares sirven para ajustarlo", explicó Daniel MacMillan, del Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA.

El día solar medio, o sea el tiempo que tarda la Tierra en dar la vuelta sobre su propio eje, dura 86.400,002 segundos. Esto se debe a que la rotación de la Tierra se ralentiza gradualmente debido a una fuerza de frenado causada por la lucha gravitatoria entre la Tierra, la Luna y el Sol. Los científicos estiman que la última vez que el día solar medio duró exactamente 86.400 segundos fue aproximadamente en 1820.

Pero estos 2 milisegundos no son el quid de la cuestión, ya que, aunque es cierto que la Tierra se ralentiza, en realidad cada día concreto tiene una duración impredecible. Esto se debe a que la duración de la rotación completa de la Tierra se ve influida por muchos factores, sobre todo por las variaciones climáticas estacionales y diarias. Por ejemplo, las variaciones atmosféricas a causa de El Niño pueden desacelerar la rotación de la Tierra, aumentando la duración del día en hasta un 1 milisegundo.

Contribuyen también la dinámica de núcleo interno de la Tierra, variaciones en los océanos, las aguas subterráneas y almacenamiento de hielo, más las mareas oceánicas y atmosféricas.

Los científicos monitorean el tiempo de la rotación de la Tierra con la técnica llamada interferometría de base ancha (VLBI), consistente en la observación de objetos celestes con radiotelescopios ubicados en distintas partes de la Tierra (el centro Goddard de la NASA incluido), que trabajan como si fueran un único radiointerferómetro gracias a un sistema de grabación que permite procesar los datos de todas las antenas participantes de forma conjunta.

En las mediciones de VLBI se basa el estándar de tiempo llamado UT1. El UT1 no es tan uniforme como el reloj de cesio, con lo cual el UT1 y el UTC tienden a distanciarse. Los segundos intercalares sirven para que la diferencia entre los dos estándares de tiempo no sea superior a 0,9 segundos. En general, este segundo extra se añade el 30 de junio o el 31 de diciembre. Desde el año 2000, es la cuarta vez que sucede.