Por más ridículo que parezca, el primer argumento utilizado por el cuestionado fiscal Diego Luciani para rechazar la recusación de las defensas fue que nunca antes había sido recusado, como si eso significara algo.

Pero después comenzó a explayarse sobre la relación con el juez Giménez Uriburu de quien aseguró no ser amigo a pesar de jugar en el mismo equipo de fútbol.

Luego aseguró que había participado en diferentes eventos sociales o profesionales con otros miembros de la Justicia pero nunca hizo un alto en el detalle de que el partido de fútbol en cuestión se realizó en la quinta del ex Presidente Mauricio Macri.

Un detalle no menor si se tiene en cuenta la relación personal que mantuvo el ex mandatario con jueces que iban a la quinta de Olivos a jugar al paddle y después fallaban en contra de miembros del kirchnerismo.

Obviamente nadie esperaba que el fiscal aceptara su error de no excusarse en una causa en la que su compañero de equipo debía juzgar, pero aún se espera que empiece a mostrar al menos alguna de las supuestas 3 toneladas que pruebas que decía tener al principio de los alegatos y que, según Claudio Savoia están encriptadas y sólo pueden entenderlas quienes están muy informados. Lo que también puede ser entendido como los que no leen Clarín ya que el editor de política y judiciales no pudo explicarlas a sus lectores.