El triunfo de Macri en 2015 alentó un proceso de alejamiento del populismo de centro izquierda en la región, ahora mismo, una ocasión histórica post elecciones, podría poner el cambio en disputa. Otros movimientos populistas de centro izquierda luchan en las presidenciales de Brasil y México, por otra parte Maduro ha demostrando que el proyecto iniciado por Chávez se sostiene, contra todos los embates sobrellevados. En este escenario, si Macri perdiera la elección de medio término, seria un mensaje potencial de retorno al populismo de centro izquierda en la región. Lo que seria grave para las reformas económicas irreversibles en el corto plazo, es que se acrecentarían las dudas existentes hace dos años para los inversores, respecto a la firmeza u sostenibilidad del cambio en Argentina. El comportamiento positivo de los mercados después de las PASO, es una mezcla del exitoso fraude informativo de aquel domingo, parte de la especulación aventada por los medios hegemónicos aliados, los organismos multilaterales pro mercados, el establishment anti peronista y los países desarrollados. No obstante un triunfo de Macri coincidiría con elecciones anteriores (menos en el caso de la anterior Alianza UCR-FREPASO) en la elección legislativa de medio término, y aun se tramita activamente en el inconciente colectivo la posibilidad de una eventual reelección-Macri eterno-, como lo han repetido él propio presidente, María Eugenia Vidal y Elisa Carrió. Todo esto representa un deseo, una campaña de marketing; más que un saber y ni siquiera una creencia generalizada. Una derrota de Cambiemos en Buenos Aires, reduciría la garantía de gobernabilidad, dado que la derrota en este distrito, antes de ahora hizo entrar en crisis a cuatro gobiernos que no eran peronistas. Una derrota de Bullrrich en la provincia de Buenos Aires, puede marcar también un proceso de deterioro de Vidal, verdadera protagonista en la mente del votante y, artífice de la campaña. “El cisne negro” es que la ex Presidenta no asuma, instalando de esta manera la posibilidad de ser “prenda de unión peronista” en el Congreso, pasando a ser considerada una estadista que podría así corregir infinidad de cuestiones e ir a una interna para 2019, con muchas probabilidades de éxito.

Macri no es Alfonsín, pero sueña con el modelo que obtuvo en 1985, 43% de los votos en el ámbito nacional, ganando en los cinco distritos determinantes como Capital, provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En aquel entonces, fue el Peronismo dividido en la provincia de Buenos Aires, lo que permitió el triunfo de la UCR. Pero si se analiza una estrategia pos elecciones con la renuncia de CFK, Macri tendría menos fuerza parlamentaria, aun ante un incremento de bancas. Más escaños no alcanzarán mayoría en diputados, como tuvo Alfonsín, y además en el Senado le faltarán diez senadores, cuando Alfonsín negociaba la mayoría con seis de partidos provinciales.

El PRO es la derecha pudorosa que niega su realidad, la UCR y la Coalición Cívica, han volteado frescamente hacia la derecha. Los medios absolutamente hegemónicos y la clase media no ilustrada son el eje de su coalición social.

Si CFK se anima a ejecutar esta estrategia, le cierra el camino a que CAMBIEMOS coopte sectores del Peronismo. Si no se produce el segundo renunciamiento histórico, se viene una coalición similar a la que sostiene a Temer en Brasil, la que gobierna Perú, y la que sostiene la candidatura de Piñera en Chile por seis años.