La República Argentina ha abordado un proyecto de largo alcance para insertarse en la nueva matriz energética mundial, que apunta al empleo de gas natural licuado para la producción de energía eléctrica, que proveerá a automotores con motores eléctricos. Este proyecto se conoce como la iniciativa ARGLNG, que incluye inversiones en los yacimientos de Vaca Muerta, así como la construcción de un inmenso puerto con facilidades para la licuefacción de gas y su exportación, sobre el Atlántico en la localidad de Sierra Grande. Esta iniciativa está promovida por una legislación financiera especial, el llamado Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).

Este proyecto, generado por la actual administración del presidente Javier Gerardo Milei, se encuentra con una realidad previa, que es la restauración de las exportaciones argentinas de gas natural comprimido a la República de Chile, la que se habían reanudado en el año 2023, momento en el cual dichas exportaciones crecieron en un 86,80 % respecto del primer semestre del año 2022, y que estaban en camino de incrementarse, a causa de la inauguración del primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Es claro que la iniciativa ARGLNG, que apunta a un desarrollo y proyección estratégico comercial argentina en el Atlántico, está en conflicto con los planes de comercio y proyección en el área Asia Pacífico, programa que involucraría una alianza comercial con la República de Chile para obtener facilidades aduaneras, y el empleo de la infraestructura civil y portuaria de esta nación.

Este conflicto ha creado una tensión latente pero creciente entre ambas naciones, que se ha manifestado en una desatención por parte de Argentina en materia de cuestiones limítrofes con la República de Chile. No hay que olvidar que el proceso de conformación definitiva de los límites entre ambos países, ha sido un proceso muy largo, con muchos desencuentros y con tensiones que pudieron desencadenar una guerra, como fue el caso en el que Argentina rechazó el laudo arbitral sobre las islas del Canal de Beagle; todo ello implica que ambos países deban tener mucha prudencia en aquellas cuestiones en las cuales puede ser inevitable, a la larguísima frontera y la compleja geografía qué puede haber cuestiones debatibles.

Hace unas horas, la ministra de defensa de la República de Chile informó que la Fuerza Aérea de Chile movilizó aviones de combate Nortrhop F-5E desde la base aérea situada en la ciudad austral de Punta Arenas, para interceptar una posible incursión aérea detectada por los radares chilenos. La Argentina negó que hubiera aviones militares en maniobras, y sólo reconoció que durante ese periodo hubo un vuelo normal de un avión DHC Twin Otter de LADE, que realizaba un vuelo normal de transporte habitual entre las ciudades de Río Gallegos, Ushuaia y Río Grande. A pesar de ello la Fuerza Aérea de Chile aplicó el protocolo habitual ante posibles violaciones de su espacio aéreo lo que fue reconocido por la ministra chilena de Defensa Maya Fernández, al señalar que “Lo que corresponde decir y para tranquilidad de toda la ciudadanía es que la Fuerza Aérea activó los protocolos y defendió nuestra frontera y soberanía como corresponde”.

La aclaración argentina parece insuficiente, y para eliminar desinteligencias que se instalan lentamente entre ambos países, es necesario que la Argentina provea la mayor colaboración posible para poder resolver el problema de la señal de radar que desató dicho protocolo de intercepción. De otro modo, sería uno de varios episodios en los cuales parece haber un desinterés manifiesto por no reducir a mínimos los conflictos que esporádicamente se puedan dar en la frontera, lo que parece mostrar una desconsideración general hacia una relación diplomática franca y abierta, y contrariamente a lo que dicta el sentido común y la diplomacia, el gobierno argentino parece alentar la escalada de tensiones con el vecino país. Y con ello, parece que la diferencia ideológica entre el gobierno de Javier Milei, y la coalición gobernante de partidos de izquierda en Chile encabezada por el presidente Gabriel Boric, se traslada a los vínculos políticos y comerciales, y parece poner en riesgo los contratos de provisión de combustibles argentinos a la industria chilena, lo que podría desencadenar un grave riesgo para los planes de desarrollo del vecino país.

Un refrán popular sostiene que el diablo está en los detalles. Y una interpretación no antojadiza de este refrán popular nos lleva a señalar que la afirmación de relaciones de buena voluntad no solo están las declaraciones ministeriales y presidenciales, sino en pequeños hechos que pueden arrojar sombras significativas sobre el destino común de ambas naciones. La repetición de pequeños incidentes, solo pueden enfrentar a las dos naciones, sobre todo cuando los dichos y las acciones del presidente Milei y su gabinete parecen no tener fin, y solo agrandan la grieta generada a partir del advenimiento del nuevo gobierno libertario en diciembre del año pasado.