He leído a una serie de filósofos imaginando cómo será el mundo cuando se termine esta tragedia del coronavirus. Por cierto que es difícil hacer predicciones, especialmente después de una catástrofe como la que se está viviendo a nivel mundial.

Slavoj Zizek predice dos alternativas: barbarie o alguna forma de comunismo reinventado. Para Byung-Chul Han tras la pandemia el capitalismo continuará con más pujanza. Srećko Horvat cree que lejos está el Covid-19 de ser una amenaza para la economía neoliberal, ya que lo entiende como el "ambiente perfecto" para el desarrollo de esa ideología. Alain Badiou avizora nuevas políticas y el progreso transnacional de una tercera etapa del comunismo. Judith Butler augura un escenario de puja distributiva en torno a la vacuna, una "distinción espuria" entre vidas a proteger y otras que quedarán a la deriva.

Como ven las alternativas son varias y solo el tiempo dirá cuál se acerca más a la verdad.

Por mi parte no me atrevo a vaticinar un posible futuro pero si me parece interesante identificar lo que ya está sucediendo.

Y lo que está sucediendo es que se produce un cambio en muchos conceptos que se creían, o nos querían hacer creer, que eran verdades absolutas.

Quisiera escuchar a los que decían que la “mano invisible del mercado” (una fantasía digna de un cuento infantil) solucionaba todo, cómo podría el mercado hacer frente al descalabro económico producto de esta pandemia,

Durante las últimas décadas los estados nacionales fueron bombardeados de distintas formas por los gobiernos de derecha, por la ideología neoliberal, por las corporaciones financieras, por los medios de comunicación dominantes y por el FMI. Se atribuyó al Estado todas las calamidades, “cuanto más chico mejor” se repitió hasta el cansancio. Y así en Argentina y en gran parte del mundo se desfinanció la educación pública generando el auge de los colegios y universidades privadas y de paso un pingüe negocio. Se hizo lo mismo con la salud pública, gran parte la seguridad se tercerizó hacia lo privado y en general se desfinanciaron casi todas las áreas estatales y se menospreció a los empleados públicos, pero cuando se tuvo que enfrentar la catástrofe se recurrió a ellos.

Pero ahora está claro que los únicos que le están haciendo frente esta catástrofe son los estados nacionales, porque las corporaciones financieras, los Organismos Internacionales de Crédito (FMI, Banco Mundial), incluso las instituciones supranacionales (Unión Europea, OEA) brillan por su ausencia.

Las medidas económicas tomadas por los gobiernos de los países asolados por la pandemia, empezando por EEUU dejaron de lado a los fanáticos del déficit cero, esos que ante cada gasto preguntaban ¿de dónde va a salir la plata? pero cuando se bajaron impuestos (por ejemplo las retenciones al campo y a la minería o a las importaciones suntuarias), que a los efectos del déficit es lo mismo, nunca se preocuparon de dónde iba a salir la plata.

En Argentina y en muchos países se prohibió el tránsito de personas salvo aquellas que son esenciales como las relacionadas con la salud, la producción y distribución de alimentos, la recolección de residuos, los bomberos, el control de tráfico aéreo, etc. pero en ninguna de estas listas se menciona a los corredores de bolsa, los banqueros ni los administradores de fondos de inversión. Si no son esenciales la pregunta entonces es porqué sus remuneraciones son astronómicas.

Como dije no me siento capacitado para hacer predicciones pero puedo desear que a la salida de la crisis en el mundo se descarten las ideas del neoliberalismo, que se llamen a silencio los fundamentalistas del déficit cero, que los Estados vuelvan a tener el rol de reguladores de la actividad económica y social y que las remuneraciones tengan un poco más de racionalidad.

También podemos preguntarnos qué sucedió a la salida de una catástrofe de esta magnitud. La gran depresión de los años 30 parece ser el mejor antecedente. Millones de puestos de trabajo perdidos en el mundo, drástica disminución del comercio internacional, fuerte reducción del PBI mundial, derrumbe de los precios de los valores bursátiles y de los commodities son las calamidades de los años 30 que muy probablemente se repitan ahora.

¿Qué se hizo entonces en EEUU para salir de la crisis? Luego de un período de desorientación se empezaron implementar medidas para incrementar la demanda agregada mediante incentivos al consumo, reducción de las tasas de interés y ejecución de grandes obras públicas.

Al principio estas medidas se tomaron tibiamente por lo que tardaron bastante para que surtieran todo el efecto buscado pero cuando, impulsadas por la segunda guerra mundial, se impusieron con la fuerza necesaria el efecto fue extraordinario y permitió entrar en lo que se dio en llamar los 30 años dorados. Se produjo un gran incremento de la riqueza, una disminución de la desigualdad y la instauración del “estado de bienestar” todavía parcialmente vigente en los países escandinavos.

Por supuesto no puedo afirmar que necesariamente se vuelvan a tomar las mismas medidas pero anhelo que se asuman modelos de regulación estatal y priorización de la economía real frente a lo que Keynes llamaba “el casino” (es decir el mundo de las finanzas) y que volvamos a tener “años dorados” con menos desigualdad, más solidaridad y mayor bienestar.