A la estadounidense Paulina Charlikowska, de 30 años, le costaba horrores ir a comprar zapatos nuevos, debido a que siembre le avergonzaron sus pies, por lo que se resistía a las sandalias abiertas y se limitaba a los modelos cerrados.


El problema principal para Paulina era soportar que sus dedos segundo y tercero fuesen más largo que el mayor. Además, hay que agregar que tenía una medida muy grande para una mujer -un 9 en EEUU, es decir, 42,5-, por lo que usaba talles más chicos para disimularlo, aunque esto le terminó por deformar sus pies por completo.


"Suena tonto, pero siempre he odiado mis pies y me sentía demasiado avergonzada para sacarlos delante de mis amigos", explica Paulina, en declaraciones al Daily Mail.

Fue así que Paulina decidió someterse a la cirugía de la Cenicienta. Meses atrás, un cirujano le cortó el segundo y el tercer dedo, hasta dejarlos más cortos que el mayor. El objetivo fue mejorar la apariencia de los pies y, en el caso de Paulina, achicarlos.


"La cirugía cosmética del pie es una tendencia que crece rápido, impulsada por la popularidad de los zapatos de tacón al estilo de la serie Sex and the City. Los zapatos de punta abierta se ven más glamorosos, y no poder usarlos puede ser deprimente", dijo al Daily Mail el doctor Jason Hargrave, del Centro de Cirugía Estética del pie de Harley Street.


"Mi marido pensó que yo estaba loca. Él no cree en la cirugía a menos que sea necesaria, pero cuando empecé a guardar los 7.500 dólares que necesitaba para operarme se lo tomó en serio".


En octubre de 2013, la mujer se acortó un centímetro los dedos que la atormentaban. La operación duró una hora y fue con anestesia local. Superada una infección, debió caminar con muletas durante un mes.

El procedimiento, muy popular en los Estados Unidos y el Reino Unido, es doloroso y tiene sus riesgos. Por ello son muchos los médicos que no están tan entusiasmados con esta nueva tendencia. Los cirujanos ortopédicos han advertido que las cirugías de pie son invasivas, ya que exigen cortar huesos y colocar tornillos.


La dimensión del tratamiento aumenta el riesgo de complicaciones posteriores, como dolor crónico o articulaciones que nunca más vuelven a recuperar su movimiento.


"Los cirujanos inscritos en el Orthopaedic Foot British and Ankle Society- órgano regulador de la actividad en Reino Unido-, sólo realizarían una cirugía semejante para aliviar el dolor o corregir una deformidad, como los dedos en garra. Nosotros no avalamos este tipo de cirugía por razones puramente cosméticas", aclara Andrea Sott, del Hospital San Antonio, en Surrey.


El médico ha advertido que "en casos más extremos, incluso hay un pequeño riesgo de coágulos sanguíneos potencialmente mortales". El tiempo de recuperación, además, podría extenderse hasta ocho semanas.