Cuando al otro día llegaron los oficiales que tenían que relevar a sus compañeros se encontraron con un cuadro llamativo: los guardiacárceles - junto con el Director de la prisión- estaban sin pantalones, dormidos con botellas de alcohol y clonazepam, rodeados de ropa interior femenina sexy.

Los hombres  fueron víctimas de unas "viudas negras" que lograron dormirlos para así poder liberar presos que se llevaron armas.  Afortundamente la policía pudo recapturar a algunos de los reos.

Los guardiacárceles pueden enfrentar una pena de hasta cuatro años de prisión por haber abandonado su puesto de trabajo y haberse entregado al placer del sexo dentro de la cárcel.