El ministro del Interior alemán, Thomas de Maiziére, anunció hoy que su país impondrá temporalmente controles en su frontera sur, por la que en las últimas semanas ingresaron decenas de miles de refugiados, al mismo tiempo que los trenes entre el territorio germano y la vecina Austria fueron suspendidos.

de Maiziére, quien habló ante la prensa desde Berlín, no adelantó cuánto tiempo durarán los controles fronterizos ni cuándo se restablecerá el servicio ferroviario, el medio de transporte utilizado por los refugiados, según informó la agencia de noticias EFE.


Horas antes los diarios austríacos Die Presse y Kronen Zeitung habían adelantado que Berlín tomaría esta medida para frenar la entrada masiva de personas en su territorio y "comprobar" que fueran refugiados.


Según el Kronen Zeitung, el gobierno de Angela Merkel informó a sus pares en Viena que hoy mismo comenzará a realizar controles policiales en la frontera que comparten ambos países para "comprobar inmediatamente quién tiene derecho a asilo", reprodujo EFE.


Esas mismas fuentes gubernamentales, agregaron que la canciller alemana se comprometió con su par austríaco, Werner Faymann, a evitar cualquier situación de caos o de represión como se vio en las últimas semanas en las fronteras de Hungría, de Macedonia y la entrada del túnel que une Francia y Reino Unido por debajo del Canal de la Mancha.


"Estamos entre la espada y la pared de Hungría y Alemania", aseguró un funcionario austríaco que pidió no revelar su nombre al Kronen Zeitung, el diario más leído en ese país europeo.


La noticia se conoció después que alrededor de 13.000 refugiados llegaran ayer a la ciudad alemana de Munich y que otros 1.500 lo hicieran esta mañana.


Pero el anuncio de hoy afectará directamente a los 10.000 refugiados que el gobierno austríaco y organizaciones humanitarias esperaban que llegaran hoy a Viena, una parada previa antes de alcanzar el territorio germano.


Desde principio de año, la ONU y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcularon que más de 366.000 de personas cruzaron el mar Mediterráneo desde el norte de África y atravesaron Turquía desde Medio Oriente para llegar a Europa y construir un mejor futuro para ellos y sus familias.


La gran mayoría de los recién llegados provienen de países devastados por la guerra civil, como los sirios, la violencia sectaria y/o religiosa, como Afganistán e Irak, y la represión estatal, como en el caso de los eritreos.


Pese a las cifras inéditas de desembarcos, la Unión Europea (UE) aún no ha podido coordinar un política unificado para recibirlos e integrarlos.


Mañana los ministros del Interior del bloque se reunirán en Bruselas para discutir la propuesta del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker de dividir 160.000 refugiados en los próximos dos años entre todos los estados miembros.


Aún si lo consigue, la cifra apenas supera un tercio de los refugiados e inmigrantes llegados al continente europeo en lo que va del año.