Nova Esperança y Sao Luiz son los dos barrios de casas humildes rodeados de un riachuelo con vegetación tupida, y su día a día se veía complicado, más cuando un familiar se enfermaba, ya que uno de estos dos barrios tiene una salita de atención médica y entrega de medicamentos. Además de que solo se detiene un autobús camino a una zona más comercial de la ciudad. 

Tiene 25 metros de largo, pero el puente construido por los vecinos de una ciudad del interior de Brasil le pasó por encima a enormes problemas de dinero, ineficiencia y quizá hasta de corrupción que devoran a este país.

Para poder resolver este problema, primero fueron a su municipio que les hagan un puente, pero la repuesta fue negativa, por que, según comentaron los mismos vecinos "no había dinero por la crisis económica" 

Entonces dos mujeres, Manoelina dos Santos, de 72 años y Juracy de la Conceiçao, de 65, se juntaron e idearon una idea: ¿Y si lo hacemos entre los vecinos? 

El comerciante e hij de Manoelina,Adalto José Soares, comentó: "Si dependíamos del poder público, íbamos a esperar otros 10 años, ahí tuvimos esta actitud, recaudamos dinero de los habitantes y lo hicimos".  

El resultado: un puente 54 veces más barato que lo calculado por la municipio y levantado en apenas un mes, toda una lección.

El presidente de la asociación de habitantes de Nova Esperança, Milton Avelino, explicó la gran diferencia de costos que pretendía el municipio y lo que les terminó costando a los vecinos resolverlo ellos mismos: "Para el gobierno estaba presupuestado en 270.000; a nosotros nos costó 5.000". 

La secretaría de obras y servicios públicos de Barra Mansa sostuvo que existe una "variación de calidad de los proyectos, como fue hecho sin el aval del municipio, no hay cómo garantizar que hubo un proyecto elaborado con un cálculo estructural eficiente, previendo, por ejemplo la variación del nivel del río".

Pero el comerciante Soares, que fue partícipe de la construcción del puente, recuerda que en abril las olas del Atlántico derrumbaron parte de una ciclovía recién inaugurada por el intendente de Río de Janeiro, a un costo de US$12,6 millones, matando a dos personas. 

Antonio Carlos Moura, quien trabaja con portones eléctricos y estructuras metálicas, explicó que la obra cuenta con tres pilares de cemento, sobre los que montaron dos vigas, que sostienen el piso de chapas de 1,10 metros de ancho, los pasamanos y tensores metálicos y que "está capacitado para soportar hasta tres toneladas en movimiento”, calcula.

Los vecinos de Barra Mansa sospechan que la diferencia de costos se debe a que el municipio buscaba inflar el presupuesto para desviar dinero, en relación a la situación que sacude a toda la clase política brasileña con la petrolera estatal Petrobras. 

Casualmente, este mismo mes el intendente de Barra Mansa, Jonas Marins, fue separado del cargo de forma temporal por la justicia, acusado de irregularidades en gastos millonarios en el área de salud, algo que él niega.

El nuevo intendente a cargo, Jorge Costa, admite que le “causa mucha extrañeza” la distancia entre el valor real del puente y el calculado por el municipio, aunque dice que no puede afirmar o descartar que se deba a la corrupción. “Me sentí muy avergonzado de que mi ciudad no haya construido el puente”, señala Costa  y cuenta, avergonzado, que hace unos días fue personalmente a pedirle “disculpas” a los vecinos.

“Quién sabe si en el futuro, cuando las comunidades consigan hacer sus puentes, carreteras, viaductos y hospitales, no vamos a oír hablar más de políticos corruptos ni de corrupción”, sueña Moura.