"El candidato de nuestro partido este año es un hombre que se burla de los principios y valores que hemos acariciado y que hemos tratado de representar en el Congreso", se planteó hace unos días una carta abierta firmada por un grupo de 30 exlegisladores republicanos; un comunicado que es una muestra- de varias- de las reservas y rechazos al interior de ese partido con la figura de Donald Trump. 

Sus comentarios racistas y misóginos ya habían provocado malestar en las primarias cuando Trump iba dejando afuera a cada uno de sus competidores. Pero la gota que rebalsó el vaso llegó con los comentarios sobre las infidelidades de Bill Clinton y la supuesta complicidad de Hillary que hicieron que incluso el hijo de Ronald Reagan, Michael, fuera durísimo contra Trump y exclamase: "Mi padre no hubiera apoyado esta basura".

¡Basta! Donald Trump no debería ser presidente. Debería retirarse”, exclamó el último sábado Condoleezza Rice, secretaria de Estado con el republicano George W. Bush ante el vídeo en el que Trump hacía alarde con comentarios misóginos y lascivos. 

“He sido un orgulloso republicano desde que llegué a América en 1968 (...), pero hay una etiqueta por encima de la de republicano: estadounidense, y quiero recordar a mis compañeros republicanos que no solo es aceptable elegir al país por encima del partido; es vuestro deber”, planteó el exgobernador de California Arnold Schwarzenegger en una posición que se repite la de instar a votar no tanto por el partido sino por una idea de bien común. 

Lo cierto es que si bien se multiplican los rechazos, desde el partido republicano evalúan qué hacer tanto si gana o si pierde Trump aunque el foco está puesto en retener las Cámaras de Representantes  y el Senado ante ambos posibles escenarios.