El hecho sucedió casualmente cuando se estaba por practicar una doble ejecución, cosa que no ocurría desde 1937. Por lo que la segunda muerte tuvo que ser aplazada por las autoridades locales.

Clayton Lockett, de 38 años, había sido condenado a muerte en el año 2000 por el asesinato y violación de una mujer de 19 años. Pero, durante su ejecución, las cosas no sucedieron como estaban planeadas.

Cuando le estaban inyectando uno de los tres medicamentos al reo se estalló una vena y, a pesar que el director de la prisión ordenó que se detuviera la ejecución a los tres minutos de su comienzo, el condenado comenzó a sufrir una terrible hemorragia.

Al no llegar los medicamentos al torrente sanguíneo, el hombre comenzó a entrar en un estado de shock con mucho sufrimiento y convulsiones. Emitía sonidos y gruñidos que no podían entenderse, mientras luchaba por respirar.

Así estuvo por casi 45 minutos, hasta que sufrió de un paro cardíaco y falleció, ante la mirada de los directores del presidio y los médicos.

Según comentaron los medios locales, la ejecución se llevó a cabo a través de un nuevo sistema que nunca se había probado, que incluye tres productos, un sedante, un anestésico y una dosis letal de cloruro de potasio.

Por esa situación, se suspendió la segunda ejecución que iba a llevarse a cabo en el día: la de Charles Warner, otro condenado por violación asesinato en el año 1997.