"Cuando tomo en consideración que mi estado físico va gradualmente en declive, me preocupa que sea cada vez más difícil para mí hacer frente a mis deberes como símbolo del Estado con todo mi ser como he hecho hasta ahora", exclamó el preocupado emperador, de 82 años en un discurso público. 

Y planteó. "No es posible seguir reduciendo perpetuamente las actividades del emperador" para referirse a su estado mental y físico y mostrar su deseo de abdicar en favor de su hijo Naruhito, de 56 años. 

"Fue hace unos años, después de mis dos cirugías, que empecé a sentir un declive en mi condición física debido a mi avanzada edad", señaló Akihito y agregó: "Empecé a pensar en el futuro (...) y lo que sería mejor para el país, para la gente, y también para la familia imperial que vendrá después de mí". El emperador fue tratado de un cáncer de próstata en 2003 y cinco años después sufrió problemas una úlcera para en 2011 terminar hospitalizado por más de dos semanas por una neumonía y al año siguiente le hicieron un bypass cardíaco.

"Tenemos que estudiar seriamente qué podemos hacer en respuesta a las preocupaciones del emperador", subrayó el primer ministro de Japón, Shinzo Abe. 

La Constitución japonesa define al emperador como el "símbolo del Estado y de la unidad del pueblo" pero no le concede poder político y tampoco la posibilidad de abandonar ese cargo; que debe conservar hasta su muerte. 

Akihito asumió el Trono del Crisantemo en enero de 1989 tras la muerte de su padre, Hirohito. Un cambio de tal magnitud, como el que solicita el actual emperador, implica sacudir las tradiciones de la historia japonesa en sus fibras más intimidas y la acción del Parlamento. 

Una reciente encuesta de la agencia Kyodo señaló que el 85,7 por ciento de los japoneses aceptaría una abdicación en este caso ya que comprenden el estado de salud delicado de su líder.