Alrededor de 100 habitantes de Bautzen, una pequeña ciudad sajona fronteriza con Polonia y la República Checa, se ganaron el desprecio del mundo y de las autoridades locales con una manifestación clara de odio hacia los refugiados.

Como una muestra más del resentimiento de una parte de los alemanes en relación a la acogida de los sin techo, desplazados por las guerras en Medio Oriente, algunos vecinos celebraron los destrozos provocados por las llamas, justo en frente al edificio afectado.

Mientras se realizan las pericias para determinar si hubo intencionalidad en el siniestro, el hecho de violencia  se sumaría a una larga lista de agresiones ocurridas durante 2015: más de 500 albergues fueron atacados en todo el país y 126 edificios fueron parcialmente destruidos.

Los manifestantes increparon a los refugiados con gritos de “nosotros somos el pueblo”, con el agravante de que incluso había niños y adolescentes reproduciendo el accionar de los xenófobos.

Una cadena de TV alemana, la ZDFF, reveló que el responsable del edificio que recibía a los extranjeros es Clausnitz es Thomas Hetze, un activo militante del partido euroescéptico y xenófobo Alternativa para Alemania (AfD), quien estaba al tanto de la llegada de los refugiados.