Con la consigna "fuera Correa", los manifestantes opositores intentaron provocar enfrentamientos con los oficialistas, lo que fue impedido por la policía al separar las dos movilizaciones.

Por su parte, el gobierno ecuatoriano reiteró la existencia de "claros indicios" de un intento desestabilizador por parte de la oposición, como había advertido el propio Correa.

El mandatario apuntó incluso a dos coroneles del ejército como activistas en la conspiración, según escribió en su cuenta de Twitter poco después de que el ministro del Interior, José Serrano, alertara sobre el plan para que los manifestantes confluyeran en el Palacio de Gobierno, se rompiera el cerco policial y se tomara por la fuerza la sede presidencial.

"Lamentablemente tenemos claros indicios" de que "en base a la violencia" buscan "derrocar a un gobierno de inmenso apoyo nacional e internacional”, tuiteó Correa.

Por esa razón, el oficialismo llamó a otra concentración "pacífica" en Plaza Grande, donde el mandatario defendió su gestión ante miles de manifestantes del movimiento que encabeza, asegurando que "el pueblo se mantendrá unido en defensa de la revolución ciudadana".

Allí, Correa invitó a sus seguidores a gritar de ahora en adelante "fuera golpistas, fuera", en contraposición con el grito "fuera Correa, fuera", que se popularizó en las manifestaciones opositoras.