“Dejé los atardeceres de José Ignacio para pasar Año Nuevo en Mardel”, se titula una nota de La Nación (sección Lifestyle) en la que el cronista narra los padeceres de quienes, como venían haciendo desde diez o quince años atrás, pretenden veranear en Punta del Este.

En efecto, hasta no hace mucho Punta del Este o destinos paradisíacos en Brasil y el Caribe eran regularmente accesibles para la clase media argentina, que si bien podía llegar a endeudarse para disfrutar el descanso anual, lograba pagar esas deudas en tiempo y forma.

Hoy, luego de tres años de macrismo explícito, esa clase media colma playas, restaurantes y hoteles de Mar del Plata, como indica en números un reciente artículo de Clarín, e incluso lugares turísticos históricamente más ‘modestos’ como el Partido de la Costa.

¿Qué sucedió durante esos 36 meses de gestión Mauricio Macri…?

Por un lado, la suba exponencial en la cotización del dólares, que ha duplicado o triplicado el costo de cualquier viaje y estadía en el exterior con la devaluación proporcional del peso argentino, moneda en la que cobran sus haberes y ganancias la clase media (profesionales, comerciantes minoristas, etc.).

En concreto, Macri y su brutal ajuste económico devaluaron el ingreso de los argentinos a niveles casi desconocidos hasta el momento, apuntando al conjunto de los trabajadores y a su propia masa electoral: esa clase media que lo votó en 2015 y al mes siguiente, en enero o febrero del año siguiente, viajó a Punta del Este, Florianópolis o Cancún.

Y el problema sustancial no es el pasado; es decir, el ajuste realizado durante estos tres años. El problema fundamente consiste en las posibilidades de endeudamiento que la clase media aún puede –o no– afrontar, sobrellevar, como pocos años atrás.

Posibilidades que son nulas o escasas: por estos días se conocieron los tarifazos que el Gobierno tiene planeados para 2019 y por estos días, también, se conoció el sondeo del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (COPUB) sobre expectativas para el año que ya comienza.

El relevamiento indica que el 58 por ciento de los argentinos cree que la economía argentina mostrará en 2019 iguales o peores resultados que en 2018, mientras que solo el 40 por ciento cree lo contrario, o al menos que debería mejorar.

Lo sorprendente –para algunos– es saber, según ese sondeo, cuál es la preocupación casi excluyente del argentino medio: la desocupación. En efecto, el 73 por ciento considera que el desempleo se mantendrá igual o peor que este año.

Es esa buena parte de la clase media argentina no ya preocupada solamente porque la economía en general puede empeorar y así continuar perdiendo su poder adquisitivo, sino nuevamente frustrada porque, en realidad, teme perder hasta el trabajo.