El suizo Stan Wawrinka se consagró campeón del US Open por primera vez, al derrotar en la final al serbio Novak Djokovic por 6-7 (1-7), 6-4, 7-5 y 6-3, en tres horas y 54 minutos de juego, y de este modo cosechó también el tercer título de Grand Slam de su carrera.

Wawrinka, de 31 años y ubicado en el número 3 del ranking mundial, había conquistado previamente el Abierto de Australia 2014 y Roland Garros 2015, en cuya final también había doblegado a Djokovic.

Dueño de 15 títulos en total en su carrera, Wawrinka ganó las últimas once finales que disputó; no pierde una definición desde el ATP de 's-Hertogenbosch 2013 (frente a Nicolas Mahut).

Más allá de que su historial frente a Djokovic es ampliamente negativo (ganó 5 y perdió 19), lo curioso es que el suizo se impuso al serbio en camino a sus tres victorias en torneos grandes; en Australia 2014 lo había superado en los cuartos de final.

Hasta hace pocos años era considerado un jugador talentoso pero inestable. Pero Wawrinka ratificó la impresionante evolución lograda ya en la madurez y posee en sus vitrinas tres de los cuatro títulos grandes del circuito, además de un oro olímpico en dobles en Pekín 2008 (junto a Roger Federer) y la Copa Davis.

Djokovic, en cambio, se quedó con las ganas de alzar su decimotercer título de Grand Slam y el tercero en el US Open, donde defendía la corona. El número 1 del mundo, que había llegado a la final favorecido por la lesión de tres de sus seis rivales, atraviesa un momento irregular de la temporada.

Tras lograr Roland Garros, el único Grand Slam que faltaba en sus vitrinas, el balcánico quedó rápidamente eliminado en Wimbledon y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Y llegó al US Open con dolencias en la muñeca y en el codo, y se lo vio lejos de su mejor versión, más allá de su acceso a la final. El serbio terminó la definición agotado y deshilachado, pidiendo varias veces la atención del trainer por problemas en el pie derecho.

Y eso que el encuentro, varias horas atrás, había comenzado a pedir de Djokovic. El serbio salió decidido a no dejar pegar cómodo al suizo y no permitirle mandar con su temible revés y su sólido y potente juego de fondo, y quebró de entrada para adelantarse 3-0.

Errático, Wawrinka no conseguía encontrar el ritmo en sus golpes y el número uno del mundo se adelantó 5-2. Pudo haber liquidado antes el set Djokovic, pero no aprovechó sus oportunidades, incluyendo dos set points con el servicio del suizo, y permitió la recuperación de su rival al cometer una doble falta cuando sacaba 4-5. Wawrinka forzó el tie-break, pero allí Djokovic volvió a prevalecer para llevarse el primer capítulo.

Pese a la ventaja de Djokovic en el marcador, el suizo fue encontrando sus mejores sensaciones mientras el serbio se retrasaba cada vez más en la pista y cedía la iniciativa a Wawrinka. Inseguro, el serbio lucía lejos de la versión que lo hizo arrasar en el circuito en las últimas temporadas y se parecía cada vez más al jugador terrenal de los meses recientes.

Wawrinka quebró para 3-1 con un espectacular revés paralelo, pero Djokovic se recuperó y volvió a igualar las acciones. Sin embargo, cuando servía 4-5 cedió su saque con un error y todo volvía a estar como al inicio.

Con el impulso del set anterior, Wawrinka arrancó quebrando al serbio en el tercer capítulo y se adelantó 3-0. Sin embargo, al igual que en el parcial anterior, el serbio se recuperó e igualó las acciones. El partido corría ya por un margen muy estrecho, mientras el sol caía sobre los rascacielos de Nueva York y Boris Becker, el entrenador del número uno, miraba cada vez más tenso.

Y la definición fue la misma que en el segundo set: Djokovic tambaleó con su servicio y cedió el parcial con una bola ancha cuando sacaba 5-6. El suizo, entonces, se señaló la cabeza con el dedo, una imagen repetida a lo largo del torneo: la presa estaba en sus manos.

Wawrinka, convertido en un jugador mucho más fuerte mentalmente que en el inicio de su carrera, no la dejó escapar. Ante un Djokovic que comenzó a mostrar problemas físicos, se adelantó rápidamente y no soltó su ventaja en el cuarto set.

Ni siquiera se dejó desconcentrar por la atención médica que pidió Djokovic cuando perdía 3-1 por un problema en las uñas y que motivó la queja del suizo. El nuevo Wawrinka parece un jugador capaz de todo y lo ratificó en Nueva York, donde volvió a dar un golpe que sacude al mundo del tenis.

La Nación deportes