Después de sufrir el partido del sábado desde el minuto 0 al 120, decepcionarme y fastidiarme por la actuación del equipo argentino mucho más que por el resultado en si, este lunes confirme mis sensaciones al llegar a la redacción. De manera unánime, mis compañeros vieron el mismo partido que yo: un planteo tan inédito como erróneo y mal ejectutado. Una falta de personalidad, caracter y respuesta ante la adversidad notable. Y, al final, lo mismo de siempre.

Inentendiblemente, Argentina tiró por la borda todo lo bueno que había hecho para llegar a la final (que, vale la ocasión aclarar, tampoco había sido mucho). El día antes de la final, Gerardo Martino dio una conferencia de prensa en la que hubo muchas risas y se lo vio muy distendido. "Afianzar la idea de juego es la meta mas importante que tenemos" y "ni uno ni otro resultado nos va a variar lo que estamos buscando" fueron algunas de las frases que dijo el DT nacional. Sin embargo, no se vio nada de eso en el Estadio Nacional de Santiago, sino todo lo contrario. Esa es la razón por la que más se le cae al extécnico de Newell's. Es el real motivo por el que su ciclo corre riesgo. O más bien, el fútbol argentino corre riesgo de que este ciclo siga.

Con los mismos nombres que utilizó en toda la Copa, el equipo no presionó, ni achicó espacios, ni tuvo la pelota ni generó más situaciones de gol que el rival. "Nosotros los neutralizamos totalmente y nos faltó convertir las tres opciones que tuvimos", sostuvo Martino luego del partido. "Nosotros no le dimos opciones a Chile para crear situaciones de gol", agregó el DT argentino, quien afirmó que la selección "jugó bien".

Cuesta entender como el director técnico de la selección argentina después de perder una final ante un equipo que nunca había sido campeón como Chile declara de esta manera. ¿Tan chiquita es la mentalidad? ¿Este es el análisis que hace Martino sobre lo ocurrido? El equipo nacional cuenta con el talento y el potencial suficiente para salir a atacar y a ganar en todas las canchas, sea quien sea el rival. No debería tener que recordarlo.

Si llegados los momentos claves el equipo deja atrás toda su ideología, sus conceptos y su alma, significa que tendremos muchos años más por delante llenos de decepciones y tristezas. ¿Vale la pena seguir apostando por un 'proyecto' que demostró no tener el coraje para consolidarse?