Un ataúd con las iniciales M.C. colocadas precariamente sobre la madera fue encontrado recientemente en la cripta de las Trinitarias. Las iniciales están colocadas con chinches y fueron toda una sorpresa luego de la búsqueda de cuatro siglos del lugar de entierro del escritor.

El féretro extremadamente carcomido por la humedad e insectos-  que se cree que albergó el cuerpo del autor del Quijote- fue enterrado allí en 23 de abril de 1616. El médico forense Francisco Etxeberria, que está a cargo de la investigación, no se atreve a asegurar ciento por ciento que los restos hallados sean de Cervantes aunque nada parece indicar lo contrario.

En el féretro pudieron detectar que hay numerosos huesos mezclados con otros de infantes.  Si bien la euforia, al descubrir las iniciales de Cervantes, se adueñó de los investigadores  —más de una decena de ellos estaba en el interior del la cripta Trinitaria, situada a 4,80 metros bajo la cota del suelo de la iglesia del convento- luego el hermetismo ganó espacio en la investigación.

Los trabajos de arqueología y de medicina forense deberán realizar un detallado análisis de las osamentas y determinar si se hallan las lesiones que se sabe que tenía Cervantes, que tenía atrofia ósea en los huesos del metacarpo de la mano izquierda y los impactos de pelotas de arcabuz en el esternón, procedentes de las heridas sufridas en la batalla de Lepanto.

Además Cervantes cuando murió, a los 68 años, estaba parcialmente desdentado (tenía sólo seis piezas dentales al morir) y una artrosis deformaba, combando su columna vertebral.

Otro indicador para indentificar el cuerpo pueden ser los restos textiles del sudario franciscano con el que fue presumiblemente fue enterrado —se unió a la venerable Orden Tercera tiempo antes de su muerte— y la propia madera del ataúd, ya que puede datarse con exactitud.