Los límites entre los público y lo privado, entre lo preventivo y lo violatorio, parece estar desdibujado en las costas de Vicente López.

Empleados del municipio de gobierna Jorge Macri requisan a quienes ingresan al paseo público de la costa. Bajo el lema de tolerancia cero a las bebidas alcohólicas, los empleados proceden a revisar bolsos sin justificación. Y si las personas se niegan a someterse a esa práctica, aparecen policías bonaerenses, como si se tratara de delincuentes.

Una joven denunció lo que le sucedió el 2 de enero, cuando se acercó al paseo de la costa “a tomar unos mates y a andar en rollers, cómo lo he hecho tantas veces desde hace años” según contó al portal Que Pasa.

Dolores Rodríguez Villegas, de 24 años, contó que “al llegar a esa barrera de la calle San Martín tres trabajadoras municipales nos frenaron y nos pidieron que les mostremos nuestras mochilas. Le preguntamos la razón y nos dijeron que estaba prohibido el ingreso con bebidas alcoholicas. Le aclaramos que no traíamos bebidas alcohólicas pero que de ninguna manera pensábamos mostrarles nuestras cosas ya que eran nuestras pertenencias y ellos no tenían ningún tipo de derecho a hurgarlas u obligarnos a mostrarlas, ya que estamos en un espacio público y no estamos cometiendo ningún delito”.

Está polémica medida viene generando malestar en muchos vecinos que consideran a estas requisas un avasallamiento injustificado a su derecho a la intimidad, lo cual lo llevaba, tras alguna discusión, a la decisión de irse o de cruzar el control sin cumplir con la exigencia.

“Cuando nos quisimos dar cuenta estábamos rodeadas de tres patrulleros y unos cinco o seis policías. A partir de ese entonces se desató una situación ridícula. La policía vino hacia nosotras con el mismo discurso que los municipales pero con un tono muchísimo más agresivo. Nosotras nos seguimos negando pero el nivel de  de agresión y de abuso de autoridad de la policía era cada vez mayor. La violencia comenzó a traspasar la palabra. Este señor  teniente (que nunca se identificó) nos comenzó a pechear y su compañera nos empezó a empujar y a amenazarnos con llevarnos a la comisaria si no mostrábamos nuestras cosas. Cuando decidimos irnos porque la situación no daba para más, los oficiales no nos dejaron, nos dijeron que nos habíamos buscado ésta situación y que ahora nos iban a llevar a la comisaria por disturbios en la vía pública” relató Dolores.

“Nos obligaron a darles nuestros documentos que retuvieron para que no nos pudiéramos ir y nos pusieron contra una reja para cacharnos porque, según ellos, estábamos escondiendo algo. Terminamos mostrando nuestras cosas y así y todo nos querían llevar igual. La señora policía hija de puta me hizo sacar absolutamente todo de mi cartera, me vació el agua del termo (siempre gritándome, claro). Por supuesto no teníamos más que mate, galletitas y los patines. Sin embargo, siguieron maltratándonos y diciendo que nos iban a llevar ´por el quilombo que habíamos armado´, ya sin importar si teníamos algo, si queríamos que nos revisen. Acá importaba que ellos mandaban y querían que lo recordemos. Luego de mucha discusión logramos que nos devuelvan nuestros documentos y nos dejaran ir” señaló Dolores.

Consultado al respecto, el coordinador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Manuel Tufró, afirmó que: “Ni la policía ni mucho menos empleados municipales puede revisar las pertenencias personales de una persona que transita por la vía pública, a menos que la persona sea atrapada en el momento de la comisión de un delito", según consignó el portal Que Pasa.

"Este tipo de abusos es cotidiano porque la policía concibe que la única manera de hacer "prevención" es abordando y controlando a personas sospechosas, seleccionadas según los propios criterios policiales de lo que resulta sospechoso, que en buena medida coinciden con los prejuicios sociales más extendidos", explicó Tufró.

Y explicó que: "Si hay un espacio público en el cual está expresamente prohibido consumir alcohol, la policía estaría autorizada a decomisar el alcohol en el caso de que haya una situación de flagrancia, es decir, si la persona está efectivamente consumiendo alcohol en público, pero no si lo tiene guardado porque, por ejemplo, lo podría estar transportando a un lugar privado”.