Saturno además de sus inmensos anillos tiene numerosas lunas, 62 de ellas con órbitas seguras,  y en una llamada Encélado los científicos descubrieron la posibilidad de que exista vida. 

Fue en 2015 cuando la sonda Cassini de la NASA se desvió de su rumbo y se acercó mucho más de lo esperado hasta Encélado, que apenas supera los 500 kilómetros de diámetro y cuyo núcleo rocoso está atrapado por hielo de unos 40 kilómetros de espesor. 

La misión buscaba captar partículas de agua y otros compuestos de los géiseres de la luna y Cassini atravesó las nubes del satélite a 19.000 kilómetros por hora  y sobrevoló el área tan solo por unos segundos. 

Casi dos años después, la revista Science publicó los resultados de ese viaje y todo indica a que Encélado puede albergar formas de vida simples, similares a las que existen en las profundidades de los océanos de la Tierra.

Además se registraron moléculas de hidrógeno y dióxido de carbono. Lo más plausible es que los gases se hayan originado por actividad hidrotermal, según indicaron los científicos. En nuestro planeta este tipo de actividad tiene lugar en el fondo de los océanos cuando el magma a altas temperaturas entra en contacto con las rocas y el agua. 

 “Algunos de los microorganismos más antiguos de la Tierra usan estos metabolismos basados en el dihidrógeno”, resaltan los autores del estudio, liderado por Hunter Waite, del Instituto de Investigación del Suroeste y líder del equipo científico del instrumento que ha analizado los gases de Encélado.