Tras treinta y un meses de hibernación, Rosetta logró situarse en órbita en torno al cometa 67P, seguirlo  alrededor del Sol durante más de un año y enviar un módulo para estudiar su superficie.

Mañana jueves 13 de agosto, la nave acompañará  al cometa hacia su perihelio, el punto de la órbita más próximo al Sol. El acompañamiento en el recorrido se inició cerca  de la órbita de Júpiter, y esa distancia fue reduciendo pasando entre las órbitas de Marte y la Tierra.

"Conforme nos acercamos al perihelio la actividad generada en el núcleo es capaz de expulsar al espacio no solo gas y polvo sino grandes fragmentos, de hasta metros de tamaño, que se desprenden del cometa", señaló José Juan López Moreno, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que participa en la misión.

La misión Rosetta permitirá seguir en directo el cambio que sufren los cometas al acercarse al Sol. Su cuerpo helado se empieza a evaporar con las altas temperaturas y los granos de polvo, al quedar libres, reflejan la luz solar y dan lugar a una mancha difusa central que envuelve al núcleo y las colas.