En 2012, Richard Norris fue sometido a un trasplante de rostro, el que le fue donado por la familia Aversano, cuyo hijo, Joshua, había muerto en un accidente automovilístico.

Norris, por su parte, había quedado desfigurado luego de que en 1997 sufriera un disparo en plena cara. Gracias al trasplante del que participaron 150 médicos, recuperó facciones y expresiones.

Un programa de la televisión australiana reunió a Norris con Rebekah Aversano, hermana del donante, quien con gran emoción pudo "ver, tocar y sentir" el rostro que alguna vez perteneció a su hermano.