Cuando Iñigo Errejón dijo que quizá lo más revolucionario que podemos hacer es apagar el teléfono móvil, no se refería solamente a la posibilidad de conseguir más tiempo para nosotros, o que disfrutemos más del aire libre.

Se refería al efecto que produce estar pegado a las pantallas y cómo las redes sociales han moldeado las personalidades de millones de adolescentes, que han sufrido el no tener esas vidas de ensueño reflejadas en ellas.

Aprovechando la caída de Instagram, Facebook y Whatsapp, Errejón castigó a Mark Zuckerberg por no haber hecho nada por modificar el algoritmo, a pesar de las advertencias que se le han hecho sobre los efectos perjudiciales que produce.