"Sé que estoy viva, pero lo que más me duele es que nunca más les voy a ver las caras a mis hijos", dijo entre llantos Susana Gómez, ciega a causa de brutales y continuas palizas de su expareja, Carlos Ariel Goncharuk.

Se trata de un caso paradigmático, no solo por el valor de la víctima en denunciar al golpeador, sino porque a pesar del daño irreparable, está de pie y en lucha por el resto de las mujeres que sufren como le tocó a ella.

Goncharuk fue condenado este lunes por el Tribunal Oral en lo Criminal número 5 de La Plata, por el delito de "lesiones gravísimas", específicamente, por haberle provocado ceguera -doble desprendimiento de retina- a fuerza de golpes.

Lo más preocupante del caso es que se podría haber evitado: quedaron 14 funcionarios -los que no hicieron caso a las numerosas denuncias que la mujer formuló sobre los abusos- que en palabras de la víctima "nunca van a pagar" por su no acción.

"El daño no me lo van a quitar, pero por lo menos lo puedo contar. Este es un giro para la sociedad, para la gente y para que las mujeres que tengan una ayuda de justicia", afirmó Susana Gómez, quien estuvo acompañada de su familia.

El hecho principal por el que fue juzgado este cobarde tuvo lugar en junio de 2011, cuando el hombre, con quien Gómez vivía en la localidad de Lisandro Olmos, comenzó a golpear a la mujer contra la pared de la cocina. Aquella tremenda golpiza, según certificaron los médicos, le generó un "doble desprendimiento de retina provocado por múltiple traumatismo craneal".

Gómez fue representada por los abogados Carlos Castagno y Darío Witt, de la ONG Casa María Pueblo, donde había acudido tras ser perseguida por Goncharuk, incluso hasta la casa de sus padres, a quienes también les provocó lesiones. Según Witt, la mujer había denunciado en 14 oportunidades a su esposo.

El violento fue tan cobarde que siempre negó todo, y trató de sugerir que la ceguera de su mujer fue por una cuestión "divina".