Estaba bien pensado, Apuntaba a la credulidad e ignorancia de personas que querían comprar ropa de marca pero no sabían reconocerla. Que estaban dispuestos a pagar su valor en dólares solo por llevar encima una prensa que dijera que era cara, aunque no tuvieran idea de cómo era su confección y su calidad.

Vender ropa trucha con una manta en la puerta de una terminal de trenes lo hace cualquiera y el vendedor deja en claro cuál es el producto que vende. Esto era más sofisticado, porque era una estafa. Requería alquilar un local en Puerto Madero, contactarse con personas famosas a quien regalarle los productos, y hacer una buena campaña en redes para conseguir los clientes.

Puede fallar.