Desde su primera línea se nota el odio, pero también el miedo. Cuando un micrófono se aproximó para preguntarle por uno de sus negocios sucios, su defensa de la libertad de prensa se fue rápidamente a los puños.

Parece que lo "perritos falderos" supieron hacer su trabajo para poner nervioso al empresario de medios: si apenas son cachorros, ¿por qué se obsesiona con tantos ataques cada vez que tiene oportunidad, pantalla y micrófono?