La historia de Maira comienza en Buenos Aires, a donde viajó junto a un chico que había conocido en su ciudad natal, un joven paraguayo de 19 años con el que había empezado a salir.

Pero, después de un tiempo, la joven empezó a tener dudas sobre la personalidad de este chico, y el trato hacia ella era cada vez peor. Por eso, Maira volvió a Santa Rosa.

El muchacho no se quedó quieto, sino que volvió a la capital pampeana para "reconquistarla" y le dijo que estaba siendo perseguido por un grupo narco, que se tenía que ir a Paraguay de nuevo y que solo se iba a ir con ella. Si Maira se negaba, le dijo que su familia sería lastimada.

Finalmente la joven viaja a Paraguay con este muchacho llamado Cristian Romero Gamarra, y se aloja en villa La Escondida, en la casa del padre y los tíos de Romero Gamarra.

Maira pasó los siguientes 45 días en una habitación incomunicada, sin ventanas, sin baño y sin agua. El hombre le había sacado su celular y no la dejaba salir de la casa.

Maira relató todo esto a los medios: "Me dijo que lo amenazaban, que se tenía que ir de La Pampa, que sólo se iba a ir conmigo, y si yo me quedaba, me iba a pasar algo a mí o a mi familia".

"Me humilló, me golpeó, me amenazó con un cuchillo, me arrastró por el piso y me pegó patadas", expresó la joven, que días después se escapó: "Le escribí a mi mamá. Le dejé un mensaje y me fui, porque no me podía escapar por mucho tiempo".

Su madre, tras ver el mensaje, decidió hacer una denuncia ante la división de trata de la policía de La Pampa, quienes iniciaron una investigación en conjunto con la policía paraguaya.

"Un domingo me enojé y me fui a dormir a lo de la tía de él, que estaba en la esquina, y por las dudas me llevé mis cosas, porque tenía miedo de que las vendiera para drogarse. Dio la casualidad de que justo me estaba buscando la policía de trata de La Pampa", contó Maira.