A partir de una iniciativa oficial, el legajo del escritor, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y profesor desaparecido en mayo de 1976 por la última dictadura cívico-militar, tuvo su reparación histórica.

Ya no figurará más en los documentos públicos de él ni de los maestros víctimas de los chacales, la leyenda "cesante por abandono de tareas”. En su lugar, aparecerá “desaparición forzada”.

En el acto de reparación que se realizó en el centro cultural que lleva su nombre y que funciona en la exESMA, el poeta y periodista, alumno de él, contó: “Yo vine a enseñarles Instrucción Cívica, pero no sirve para nada. Así que si ustedes no me traicionan yo les voy a leer literatura latinoamericana y están todos aprobados. Ese era Haroldo Conti".

El homenaje se llevó a cabo en el centro cultural que funciona en la ex ESMA y que lleva su nombre, militante, reunió a sus hijos y nietos con las autoridades del espacio, funcionarios de Educación y de Derechos Humanos, miembros de la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad, impulsores de la restauración y miembros de organismos de derechos humanos.

“La propuesta de la Comisión me recordó, incluso a mí, que soy su hija y docente, la labor de mi viejo en las aulas. Fue impactante y emocionante”, recordó Alejandra Conti, minutos antes de recibir de la mano del ministro de Educación, Alberto Sileoni, el documento que registró de principio a fin la actividad de su papá como maestro, completamente restaurado.

“Vivimos en un país que comprende cada vez más la importancia de hacer memoria, que es seguir avanzando en la Justicia y en un compromiso ético afianzado en la verdad”, celebró el titular del Centro Cultural, Eduardo Jozami, quien recibió una copia del legajo restaurado.

En tanto, el jefe de gabinete de la Secretaría de Derechos Humanos nacional, Agustín Di Toffino, recordó que además de escritor y docente, Conti fue “un militante revolucionario”.

El trabajo estuvo a cargo de la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad –un grupo con asiento en el Ministerio de Planificación Federal, pero con acción en todas las áreas del Estado– se valió del decreto 1199/12, firmado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, para modificar el documento que lo identifica a Conti como empleado público y que, hasta ayer, mantuvo un “error brutal”.

En julio de 1979, el entonces ministro de facto a cargo del área educativa, Juan Rafael Llerena Amadeo, firmó un sumario contra Conti mediante el que se le endilgaba “abandono de cargo” y se lo dejaba cesante en su trabajo como docente.

“El profesor -rezaba el documento-, había dejado de concurrir a su lugar de trabajo –horas cátedra en los liceos 7 y 11 de la ciudad de Buenos Aires– el 5 de mayo de 1976”, según precisa Página/12 en su crónica desde el lugar.

Pero Haroldo Conti había sido secuestrado en la madrugada de aquel día; la familia había reclamado por él, pero no había logrado obtener respuestas. Desde el martes, el legajo de Conti dice la verdad: que el fin de su actividad docente fue consecuencia de su “desaparición forzada”.

Los testimonios

Alejandra y Ernesto, los hijos mayor y menor del docente y escritor homenajeado, destacaron el valor “fundamental” de la enmienda del documento público. “Es realmente un acto de reparación, pero también de memoria y de Justicia”, insistió ella, que le pidió a su hijo Julián –quien “gracias al abuelo” recorre los primeros pasos de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires– que la acompañara a “entrar a este lugar”, en referencia a la ex ESMA.

Para Ernesto, que también estuvo acompañado por su propia familia, se trata de una reparación no sólo simbólica “en el sentido de lo que significa tener parte de la vida” de su padre en sus manos, sino también política, “porque hay un Gobierno que se comprometió y se compromete con recuperación de la memoria y la verdad”, apuntó.

Luego de entregar una copia del documento a Jozami y otra a Ramón Torres Molina, titular del Archivo Nacional de la Memoria –que también funciona en uno de los edificios del ex centro clandestino–, Sileoni insistió en “valorar” la decisión de los gobiernos de Cristina Fernández y de su predecesor, Néstor Kirchner, de impulsar la política de derechos humanos que “aún persiste, después de más de una década” y propuso mirar hacia adelante.

“Hay una sociedad que debe seguir profundizándola”, dijo. Luego, dos estudiantes secundarios de la Ciudad leyeron el prólogo de Mascaró, uno de los libros fundamentales de Conti, y la carta con la que rechazó la beca Guggenheim. El acto concluyó con los tres “¡Presente! ¡Ahora y siempre!”, propuestos por las Madres de Plaza de Mayo Taty Almeida y Vera Jarach, que celebraron, desde la primera fila, cada una de las exposiciones.