Ya no hay excusas, no es Masterchef, ni La Voz ni siquiera La Máscara. El programa de Lanata simplemente ya no mide porque a poca gente le importa lo que dice y ya casi nadie le cree.

La historia de vida del operador macrista es sin dudas emotiva por su relación con su madre discapacitada con la que dialogaba sólo con la mirada.

Más allá de la buena relación entre Lanata y su familia lo cierto es que recién a los 56 años se enteró que era adoptado. Esa mentira que duró tantos años fue la cuna de crianza de un hombre que hoy elige el mismo camino pero lo llama periodismo.

Pero todo el programa, con segmento emotivo incluido no llegó a medir más de 7.8 puntos de rating lo que marca un estruendoso fracaso para lo que se suponía era el caballito de batalla del Grupo Clarín.