Jorge Adolfo Ríos, de 71 años, estuvo dos días detenido en la Comisaría 9° de Quilmes, adonde llegó el sábado al mediodía luego de matar a un delincuente que había entrado a robar a su casa mientras dormía.

El jubilado, que sufre de EPOC, tuvo un infarto y solo tiene un riñón, corría serio peligro estando fuera de su casa por lo que le juez que entiende en la causa decidió dictarle prisión domiciliaria. 

El hecho es que familiares del delincuente muerto fueron a reclamar a la comisaría por lo que finalmente se dicidió que la prisión domiciliaria fuera cumplida en otro domicilio ante el temor a las represalias.

El viernes 17 de julio, Ríos fue sorprendido mientras dormía por tres delincuentes que ingresaron a su vivienda y lo golpearon para que dijera dónde tenía dinero. En esa circunstancia, extrajo una pistola Bersa Thunder calibre 9 milímetros de su propiedad y les efectuó al menos seis disparos. Dos de ellos lograron escapar pero Moreyra, que resultó herido, murió tendido en la calle y por tal motivo Ríos quedó detenido por homicidio con exceso de legítima defensa.

La detención del jubilado provocó la indignación de los vecinos, que denuncian un aumento en los casos de inseguridad.

De acuerdo a lo que pudieron reconstruir los investigadores, a partir del análisis de las imágenes de dos cámaras de seguridad, del robo participaron no tres, sino cinco delincuentes. Tres ingresaron en la vivienda ubicada en la calle Ayolas al 2700, en Quilmes Oeste, luego de trepar la medianera de un vecino y arribar al fondo de la propiedad. Y los otros dos se quedaron afuera a bordo de un auto haciendo de campana.

Cuando Ríos se defendió a los tiros, Moreyra escapó rengueando tras recibir un tiro en una de sus piernas y luego de doblar en la esquina, ya a unos 60 metros de la vivienda del jubilado, se sentó en la vereda. Según lo que pudieron observar los pesquisas, en ese momento entró Ríos en escena portando un arma de fuego, quien forcejeó con el asaltante.

“Le pegaron una paliza fenomenal y lo querían torturar con un destornillador. Mi cliente actuó en su legítima defensa. El arma estaba registrada y tenía permiso para portarla”, aseguró su abogado defensor Marino Cid, quien además se quejó del trato que recibió el jubilado en la comisaría cuando sufrió una descompensación por el estado de shock que estaba atravesando.