Casi 6 meses después del brutal asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, en manos de un grupo de rugbiers, la fiscal Verónica Zamboni recibió el resultado de una pericia clave en el caso: la zapatilla de lona negra ensangrentada pertenece a Máximo Thomsen.

El estudio realizado por el Laboratorio Scopométrico de la Policía Federal en Mar del Plata no solo determinó que la marca de la zapatilla estaba sobre el cuerpo de Fernando sino que la impronta de la zapatilla coincide también con el pie de Thomsen.

Los pies de los acusados fueron identificados con una técnica especial que incluye comparaciones fotográficas, lecturas de ondas de luz mediante un videoespectrómetro y el uso de tinta litográfica, la misma que se usa para la toma de huellas dactilares.

La acusación, sin embargo, no distingue: todos los acusados, bajo la imputación de homicidio agravado por alevosía, enfrentan la posibilidad de ser condenados a prisión perpetua.