El discurso del actor Ivo Cutzarida pega. Pego feo, pega mal, pero evidentemente vende. ¿Por qué atrae? Es una prédica violenta, agresiva y que deja afuera cualquier debate de políticas sociales señalando al delincuente como culpable y no víctima de una desigualdad.

Bajo ese criterio, Ivo se zarpa, se va a la banquina todo el tiempo y el morbo del papelón y la vergüenza, consiguen su cometido. Esta nota, que no debería existir, muestra el show de uno de los personajes mediáticos más prescindibles del espectáculo.