"Ivo tuvo tanta valentía para hacer lo que hizo, por eso ahora refleja esta angustia", inflaba Sandra Borghi ante la ausencia de lágrimas, el impresentable show armado para generar una sensación negativa de la realidad, por un especialista como lo es Canal 13.

La música ambientaba la farsa de la supuesta "víctima", aunque él -conciente de lo evidente que resultaba el engaño- pedía en reiteradas oportunidades que quiten el clásico sonido del golpe bajo.

Borgui intentó ayudar al actor buscando complicidad para conseguir el tan necesario llanto en cámara, pero Ivo dejó en claro que se siente como un perro violento: "Flaca, yo soy un dogo argentino. Cuando muerdo no largo. Y el dogo muere mordiendo". Ella buscaba limpiar su nombre, pero el actor hacía todo lo contrario.

Aunque Cutzaridas intentó subsanar su error pidiendo dar charlas -por favor, si vas a dar los mismos consejos, mejor no lo hagas- en comedores y comunidades terapéuticas, su claro ejemplo del 'dogo argentino' no otorga demasiada credibilidad como para tomar semejante responsabilidad.

Si nos tildan de boludos a los que criticamos la demencia de un actor que pide el viejo y conocido "ojo por ojo", dejando de lado el impulso de políticas de asistencia social que apunten a la inclusión, ¡qué vivan los boludos!