Partamos desde la base: el diario La Nación considera como “necesarias” a las dictaduras, “al margen” –claro está– de la interrupción del orden constitucional y de ciertas “atrocidades”. Pero “necesarias”, al fin, en el complejo entramado histórico de la Argentina.

“Los gobiernos militares eran la contraparte necesaria del populismo”, dice una columna del diario, en la que derspotrica contra el populismo –obviamente– y justifica el apoyo que brindó a cuanta dictadura se hizo del poder en el siglo XX, por su carácter de “necesaria”.

“Históricamente, los ajustes estuvieron a cargo de los gobiernos militares. Al margen de la tragedia que significaba la interrupción del orden constitucional, y de las atrocidades que cometieron, los gobiernos militares eran la contraparte necesaria del populismo”, dice el columnista Ricardo Esteves.

Incluso, plantea un ciclo histórico: “Para que pudiera haber populismo, era preciso que cada tanto viniera alguien -que no podían ser otros que los militares- a ajustar. El populismo se legitima con la dictadura, por eso necesita invocarla constantemente (‘Macri... vos sos la dictadura’)”.

El populismo, entonces, es un prohijado involuntario de las dictaduras, y viceversa, según el diario (esos ciclos históricos pueden ser infinitos). “Cada vez que la situación económica estaba a punto de explotar por causa del despilfarro populista, venía el golpe militar que hacía el ajuste. Eso permitía ordenar la economía y restituir la caja para que un nuevo populismo pudiera hacer de las suyas”.

Con el nuevo o renovado populismo llegar el horror mitrista: hace de las suyas al “congelar tarifas y alquileres, aumentar salarios por encima de la inflación y la productividad, contratar agentes públicos a mansalva, multiplicar feriados y promover leyes con impronta humanista que en los hechos desalentaban la inversión, la generación de empleo genuino y la productividad del país”.

Luego, “una vez producido el golpe –prosigue el editorial de La Nación–, el nuevo gobierno se abocaba a ‘ordenar’ la economía de acuerdo con la ortodoxia y las expectativas del establishment de turno”. El problema es que “nunca (pudimos ver) los beneficios de los proyectos ajustadores”.

Aunque no lo llame dictadura, el diario sostiene que el gobierno de Mauricio Macri vino a hacer la tarea que históricamente correspondió a los militares alzados contra la Constitución: tras el populismo de Néstor y Cristina vino a “ordenar la economía de acuerdo con la ortodoxia y las expectativas del establishment de turno”.

Como corresponde y aunque también le achaca haber sido un proceso “indoloro” de ajuste, el diario mitrista no deja de bendecir siquiera al menemismo. “En los años de bonanza del menemismo se produjo un fuerte proceso de inversión en infraestructura (energía, puertos, caminos) y se expandió extraordinariamente la producción agrícola (eliminación de retenciones y acción de grupos CREA mediante)”.

Inclusive, pretende que Menem y sus dos gobiernos fueron el proceso que “contribuyó decisivamente a que el largo proceso populista que lo sucedió pudiera cabalgar durante tanto tiempo sin colapsar”.

Es decir: el kirchnerismo no habría corregido el desastre que le legaron primero el menemismo y luego la Alianza sino que, por el contrario, estos le habrían dejado una economía tan consolidada y una sociedad tan afianzada –gracias al ajuste– que pudo “cabalgar” en ellas sin colapsar… Un absurdo histórico, incluso para el lector medio de La Nación.