A diferencia del "fin de ciclo" que prometen los sectores opositores, una consulta realizada por la consultora Ibarómetro y encargada por el diario Página 12, reveló que la mitad de la población manifiesta su acuerdo con algunos rasgos que considera distintivos de la gestión kirchnerista.

Entre las características que más destacaron los consultados, aparecen el empeño por defender los intereses nacionales, la promoción de la intervención del Estado en la economía, su capacidad para resistir presiones políticas del exterior y la reducción de la desigualdad social.

La medida más valorada es la Asignación Universal por Hijo (AUH), mientras que seis de cada diez personas se manifiestan también de acuerdo con la estatización de YPF, la Ley de Matrimonio Igualitario, la estatización de las AFJP y de Aerolíneas Argentinas.

Liderada por el sociólogo Ignacio Ramírez, Ibarómetro entrevistó a 1200 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.

El sondeo se realizó y procesó en la semana en que la democracia cumplió 31 años, y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner redondeó su séptimo año de mandato.

“En términos de rumbo, el kirchnerismo evidentemente ha logrado constituirse en algo más que una suma de políticas públicas. Se ha convertido en un rumbo, modelo o proyecto. Alrededor de la mitad de los argentinos asocia al kirchnerismo con determinados valores y orientaciones; es decir, le reconocen una hoja de ruta: inclusión, Estado presente, gestualidad valiente y soberanía. Aquí se presenta un desafío interesante para el kirchnerismo, ya que los atributos nunca están en el aire sino que se condensan en liderazgos particulares. En este sentido, el kirchnerismo enfrentará el desafío de transferir esos atributos (que lo singularizan) a quien termine siendo el candidato del espacio”, explicó Ramírez.

Según coinciden todas las encuestas, la firmeza frente a los fondos buitre contribuyó mucho a afirmar esa imagen de liderazgo, aunque las falsas predicciones de corridas cambiarias, pérdida de reservas en el Banco Central o huelgas sindicales, contribuyeron a este registro que sostiene la fuerza del espacio kirchnerista.

El titular de Ibarómetro consideró que “las dos alternancias partidarias producidas desde el ‘83 –las de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, pero también la de Carlos Menem– estuvieron apalancadas por una mayoritaria valoración negativa del ciclo político que se cerraba. En este caso, la pulsión por el cambio no domina la escena sino que compite con un extendido deseo de conservar una amplia serie de lineamientos generales. Cuando el balance de lo que se pone en cuestión es positivo, no es tan sencillo cambiarlo”, evaluó el profesional.

Entre los resultados que más impresionan en el fin de ciclo presidencial de Cristina Fernández, se destacan dos rasgos contundentes que sostienen un buen futuro electoral: es un gobierno fuerte, capaz de soportar presiones, opina el 49,8 por ciento; y es un gobierno que viene reduciendo las desigualdades (49 por ciento).

Si bien es obvio que la imagen o las opiniones positivas no representan necesariamente porcentajes de votos, el oficialismo exhibirá hasta el momento de las elecciones uno de los perfiles más poderosos: el de gobernabilidad.

Además, una información que ya se conocía indica que ocho de cada diez opositores están en contra de un acuerdo entre fuerzas que no sean más o menos homogéneas, sobre todo por temor a una crisis como la que se desató tras la experiencia de la Alianza.

“Uno de los principales hallazgos del trabajo radica en el conjunto de evidencias que acredita que el kirchnerismo es una nueva identidad política", según resalta Ramírez, al tiempo que aclara: "Existe un porcentaje importante de argentinos que se declara kirchnerista, y para quienes esa adhesión constituye un vector de su identidad”.

El 80 por ciento de los consultados que aprobaron la gestión del Gobierno, expresó que el futuro  del espacio político continuará bajo el liderazgo de Cristina, aún después de las próximas elecciones. Por lo que el principal desafío consiste en posicionar un candidato que se identifique con el perfil de la todavía jefa de estado de cara a las elecciones de 2015.