En realidad lo que hizo la asesora presidencial Cecilia Nicolini fue reclamarle a Rusia para que se dignara a entregar las dosis comprometidas por contrato.

En esa misma carta contaba que ya había otros contratos con laboratorios de otros países y el periodista de La Nación interpretó esto como un apriete y una especie de confesión de razones geopolíticas para la compra de la Sputnik.

Pero al parecer en Polémica en el Bar no pierden tiempo leyendo La Nación e interpretaron la carta como lo que es: una misiva de una buena negociadora.

Además con resultados positivos porque a días de enviado el mail los rusos se comprometieron a enviar las dosis adeudadas.

Una vez más Carlos Pagni hizo lo que mejor sabe hacer: quedar en ridículo.