En el día de la bandera y mientras miles de manifestantes protestaban en las calles, Gerardo Morales se salió con la suyo y aprobó la reforma constitucional en su provincia.

El gobernador recurrió a la violencia en contra de su propio pueblo para imponer su reforma y mientras la gente corría por las calles para evitar las balas de goma y gases lacrimógenos la legislatura seguía funcionando como si nada pasara.

Mientras reformaban la constitución a espaldas del pueblo, en las calles la policía le rompió la cabeza a un manifestante.