Son esos casos donde no se sabe qué es primero, si el huevo o la gallina. La pregunta sería si Eduardo Feinmann tiene una personalidad que debe ver todo en términos dicotómicos o se acostumbró a hacerlo por deformación profesional y ya no puede sacarse ese filtro.

Lo cierto es que no pudo hacer convivir a Lionel Messi con Diego Maradona en su cabeza y terminó decretando el fin del ciclo del contestario y rebelde campeón del mundo en 1986, para que lo reemplace el más introvertido Leo.