No tuvo compasión ni el día de su fallecimiento, no tuvo la capacidad de alejarse de su mirada sesgada y rescatar, aunque más no sea, su lucha con la Dictadura.

Lo único que se le ocurrió a Eduardo Feinmann al enterarse del fallecimiento de Hebe de Bonafini fue cuestionarle todas sus acciones, acusarla de corrupta y mencionarla como “madre de terroristas”.

Sus palabras hablan más de él que de Hebe.