Es una imagen típica en cualquier país. Un equipo deportivo gana una competencia internacional y va a la casa de Gobierno a mostrar el trofeo y recibir las felicitaciones del presidente. Pero este no fue el caso en nuestro país con el reciente título del mundo.

Si bien hay muchos condimentos que frustraron la imagen, lo cierto es que hay uno más relevante que el resto. No es porque Lionel Messi no quiso darle la foto al kirchnerismo, ni porque los jugadores se negaran a visitar al máximo mandatario nacional. 

El hecho tendría más que ver con la relación entre Chiqui Tapia y Alberto. El jefe de Estado no tiene una buena relación con el mandamás de la AFA. En su lugar siempre hubiera querido que esté Marcelo Tinelli.

Hoy ya más alejado del fútbol, el empresario intentó liderar la AFA, hecho que quedó frustrado en esas recordadas elecciones en las que hubo un empate insólito en el conteo. 

Alberto sumó a Marcelo a la recordada mesa del hambre, que tampoco dio sus frutos. Pero marca la relación que ambos tienen y se contrapone con la figura de Tapia. 

Distintas versiones aseguran que desde el entorno de Alberto hubo intentos por franquear a Tapia para conseguir hablar con los jugadores e invitarlos a Casa Rosada, pero no hubo caso.