“La gente no necesita a nadie que los salve. ¿Quiénes vienen a salvar a las personas? Los Hitler, los Perón, los Mussolini, los Stalin y cualquier ejemplar de América Latina, que los hay a montones. También, los conservadores rancios que usan a la política y al Estado para lo que ellos piensan que está bien. Ellos siempre eligen enemigos: Stalin tenía de enemigos a Hitler y a la república. Hitler, a Stalin y a la república. Perón a los conservadores y al campo. ¿Por qué? Porque construyen su accionar en base al odio hacia el enemigo. Lo mismo que Javier, exactamente”, dijo Diego Giacomini. 

Es el economista que escribió un libro en coautoría con Javier Milei, pero que desde que el candidato decidió lanzarse a la política lo critica, porque forma parte de la casta política que dice combatir.

“Él ahora está rodeado de gente que conoce desde hace muy poquito, gente de capacidad nula, que sólo quiere acceder al Estado por un salario y un cargo, como cualquier miembro rancio de la casta política, en esto es en lo que se ha convertido Javier Milei”, consideró Giacomini en diálogo con radio Rivadavia.

Y fustigó: “Lo que está armando Javier, en términos de formación de estos chicos que te van a una marcha con el Falcon verde, es un avance más en la decadencia. Hablan de casta política y la casta política no cae de un plato volador, emerge del sistema”.

“Él lidera una construcción violenta. Yo le decía ‘Javier, dejaste de enseñar y pasaste a tirar eslóganes berretas que te sirven para construir una masa de gente que sigue al Führer, al líder, sin querer formarse y pensar. Eso alimenta cada vez más la agresión’. Todas las imágenes que hay están relacionadas con el león, con Cristo, con el cielo, con Trump bajando del cielo. Todo eso es místico, es mesianismo, y detrás del mesianismo y la mística siempre hay enemigos; y cuando hay enemigos, hay violencia”.

Y al ser consultado sobre la escandalosa escena en la que un custodio de Milei amagó con sacar un arma arriba del escenario del Luna Park, contestó: “Lo que pasó se debe a que toda la construcción es violenta y, al ser violenta, está en la antítesis de la ética de la libertad porque nosotros, los que defendemos las ideas de la libertad, creemos que la gente en sí es buena. Por eso la gente se asocia, coopera, comercia, produce entre sí; los malos son los casos marginales”.